lunes, 18 de febrero de 2013

Sufrir, para vivir más o morir pronto, alegremente

En Paradela, como hay tanto sitio, todo lo tengo en frascos grandes.
 Pero Víctor vive en un apartamento . Me pidió orégano
y le preparé ese frasquito, para que le eche a la pasta, al cerdo y a las pizzas.
Luego saqué de la nevera la masa que preparé el sábado con la receta de mi madre, completamente diferente a las que aparecen en google y compañía.
Y mucho más nutritiva, porque sustituye el agua por leche y además se le añade un huevo entero.
Puse un fondo de masa, una loncha de york y otra de queso.
Aperitivo preparado. De segundo picantones con guarnición de espárragos con pasta y ensalada de lechuga.




Y, de postre , flan y queique de chocolate.
Por la tarde me ayudaron a quemar los recuerdos de la radio y nos reímos juntos: tampoco ellos necesitan recuerdos para saber quién me quiere y quien no, porque me han visto en todas mis facetas y las hemos compartido. Han sido sobrinos, hijos, alumnos y pupilos. Víctor hizo conmigo el programa de la tele en Ben-posta; Abel trabajó conmigo en la fábrica y en cada ocasión que tenemos de hacer cosas. Soy parte de ellos y ellos son parte de mi y sabemos que lo material sobra para el recuerdo.

Hoy ha vuelto el presidente de Venezuela a su país, después de su operación en Cuba.
Siempre que lo veo pienso que yo prefiero morir pronto y alegremente, disfrutando el momento con intensidad, a tener que sufrir una operación tras otra y pasarme la vida medicada y ausente.
Sé que muchos no estareis de acuerdo conmigo y penseis que es una obligación luchar por seguir vivo. Yo os pregunto ¿por qué?  Siempre he preferido calidad a cantidad. Si pueden ser las dos cosas, mejor. Si hay que elegir, prefiero calidad.
Quizá porque sé que no soy imprescindible.
Quizá también porque no soportaría ver sufrir a los míos, por mi culpa, durante mucho tiempo.