miércoles, 22 de octubre de 2008

Sibaritismo de "soberano"

Todavía resonaban por los patios de luces de los edificios las voces de los seriales. Juana Ginzo era conocida por más de la mitad de España. "Lucecita" y "La mansión de Jalna" eran la literatura radiofónica doméstica del momento...Ah, pero ya empezábamos a comprender que no era necesario guardar la vajilla buena para las fiestas y usar a diario los platos de" duralés"( o ¿duralex, sed lex?) transparentes y ondulados y los vasos de nocilla, de 5mms de grosor...llegaban nuevos tiempos y no importaba "romper un plato" y era genial sentir en la boca, al beber, el cristal finísimo...En la televisión aparecían caras preciosas que nos hacían soñar: Lalo Azcona, Sotillos, Macía, de la Quadra Salcedo; y Félix Rodríguez de la Fuente nos descubría la naturaleza todas las semanas, con su voz peculiar.
Hacía ya diez años que yo tenía un seiscientos con el que descubrir el mundo.
La España semicutre despertaba y Felipe González and company despenalizaron el adulterio...(el femenino, claro: el adulterio masculino, más que pena tenía gloria y tener "una querida", para un hombre era un honor, la pena era para la querida, que era una cuatro letras).
Fue entonces cuando mi madre le regaló a mi hermana mayor una "Melita", con sus seis vasos de finísimo cristal y le mandó, con todo ello, una poesía:
Es un don celestial ser sibarita / y tu, que lo posees por herencia/ prepara una infusión y en la melita/ comprueba la experiencia.
Y si el coñac te agrada/ lleva la meli al cuenco de tu mano/ imprímele tibieza al soberano/ alegra la jornada/ y bébelo con ritmo cortesano.
Brinda por mi salud con desenfado/ duerme ,luego, la mona/ que , como el adulterio no es penado/ podrás soñar, feliz, con Lalo Azcona.

¿ Os dais cuenta del profundo conocimiento de coñacs que tenía mi madre? Pues, sí. Era un sueño llegar a un humilde Magno. Los coñacs de aquella España eran Soberano, Veterano y 103...

lunes, 20 de octubre de 2008

A mis comentaristas habituales, que me han hecho sentir bien

Sí, de repente fué como si estuviésemos todos sentados alrededor de una mesa camilla de las de antes, donde tanto se jugaba a las cartas, como se hacía ganchillo o, simplemente, se hablaba...
Os fuí viendo llegar, cada uno con su maravilloso mundo, enriqueciendo el mío.
Y me sentí anfiotriona y feliz, comprobando que estais a gusto y os meteis unos con otros, os gastais bromas y me haceis partícipe de ellas.
Y bendigo, desde lo más profundo de mi corazón, a estas nuevas tecnologías que me permiten llegar tan lejos y sentiros tan cerca. Quizá alguno piense que estoy exagerando, pero no soy consciente de que así sea. Siento, simplemente que, sin yo quererlo, habeis entrado a formar parte de mi vida.
No como forman parte las personas con las que hablo. No. Hay muchas personas en mi vida que no tienen nada que ver conmigo, con mi forma de ver, de entender ni de sentir. Les hablo por cortesía, por educación o por costumbre.
Vosotros habeis entrado a formar parte de mi vida cotidiana deseada. Esa parte en la que solamente entran los que uno llega a desear que permanezcan.
Gracias por estar. Por entrar. Por comentar. Por leer. Por compartir conmigo. Por hacerme mejor y más persona.
Gracias